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Los resguardos guaiqueríes y Ángel Félix Gómez
El Valle de Pedro González, Los Cerritos y Francisco Fajardo (El Poblado) de Porlamar son los únicos en el país que conservaron una documentación tan consistente y detallada a lo largo de cuatro siglos de la historia venezolana.
Heraclio José Narváez / cronistademacanao@gmail.com
19 mar, 2012 | El martes 13 de junio de 2012, en ocasión de cumplirse un año de la despedida del Dr. Ángel Félix Gómez, se rindió un merecido homenaje a tan distinguido cronista. Ese día, instituciones y personalidades tales como el Consejo Legislativo, la Gobernación de Nueva Esparta, la oficina del cronista de Marcano, la Asociación de Cronistas de Nueva Esparta, la iglesia San Juan Evangelista, la Alcaldía de Marcano, los antropólogos Cecilia Ayala Lafée y Werner Wilbert, el Instituto de Cultura del estado y la Asociación Nacional de Cronistas Oficiales de Venezuela coordinaron las actividades. Desde este día, la sala de lectura y el centro de documentación del Clene y el auditorio del complejo cultural Francisco Lárez Granado se identifican con el nombre del Dr. Ángel Félix Gómez.
La doctora Cecilia Ayala Lafée con hermosas palabras, impregnadas de afecto y admiración, describió al “Felito” de siempre, recordándonos que está presente en todos y cada uno de nosotros, como un faro encendido señalando el camino a la redención de nuestra insularidad. Exquisita vocalización de Lucien Sanabria, con el acompañamiento de Alberto Valderrama Patiño.
Marimirit Paradas demostró sus mejores dotes, en un hermosísimo recital poético. Yrael Antuare y su Ensamble recorrieron el país, en un canto de amor, recuerdos y poesía, que despertaron las emociones y los aplausos de los presentes. En este acto de homenaje al Dr. Ángel Félix Gómez fue presentado el libro “Memoria Histórica de los Resguardos Guaiqueríes. Propiedad y Territorialidad Tradicional” de los doctores Cecilia Ayala Lafée y Werner Wilbert, en el cual los investigadores demuestran que los cinco resguardos guaiqueríes del estado Nueva Esparta, asentados en las comunidades indígenas de El Tirano, El Manzanillo, El Valle de Pedro González, Los Cerritos y Francisco Fajardo (El Poblado) de Porlamar son los únicos en el país, que conservaron una documentación tan consistente y detallada a lo largo de cuatro siglos de la historia venezolana, y lo cual sólo fue posible gracias a la tenaz persistencia de los líderes guaiqueríes de exigir reconocimiento oficial de la posesión y de los límites territoriales, con cada cambio de gobierno en la isla de Margarita.
Es oportuno señalar que Ayala Lafée y Wilbert destacan la capacidad diplomática y las estrategias de negociación utilizadas por la etnia guaiquerí, que permitió la fundación de ciudades iniciales como Nueva Cádiz y Caracas y en numerosas batallas de la independencia que salvaguardaron a la isla de una reorganización española. Admiran igualmente que, a pesar de tener la organización social y capacidad técnica para defender su territorio, desde la época precolombina los guaiqueríes nunca optaron por la violencia, sino más bien, dos exitosas estrategias socioeconómicas de hacerse indispensables a la sociedad foránea que ocupó la región desde comienzos del siglo XVI, al crear una relación interétnica simbiótica e insertándose en los vacíos de la nueva economía como mano de obra y proveedores de agua y alimentos.
Ayala Lafée y Wilbert reconocen que las estrategias socioeconómicas de los Guaiqueríes de Margarita les permitió esquivar el genocidio sufrido por la mayoría de las etnias de tierra firme, pero cobraron un alto precio en cuanto a su tradición, la cual se expresa en la pérdida del idioma Guaiquerí y los aprendizajes de la cultura foránea. Aclaran que, a pesar de las transformaciones, siguen siendo un pueblo humilde, orgulloso de sus raíces ancestrales, con amplio conocimiento de la navegación marítima, de la pesca y la carpintería de ribera, con alto grado de autoestima y de identidad étnica, con una organización social matrifocal, basada en la familia extendida. Últimamente, según los autores, ha habido un resurgimiento en la búsqueda de sus raíces socioculturales, a través del arte, rituales, folclore e historia para volver a llenar los vacíos culturales mermados durante siglos de contacto con la cultura criolla y otras culturas foráneas. Concluyen que, a pesar de la experiencia cumulada de frustraciones, han observado una firme resolución de persistir como pueblo amerindio fomentado sobre la tenencia de la tierra, conscientes de sus derechos de posesión sobre las mismas, tal como lo hicieron sus antepasados y aferrándose a las pautas legales para mantener sus espacios comunales.
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